Introducción.
El Servicio de Ayuda a Domicilio es una de las prestaciones básicas que contempla la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, más conocida por todos como Ley de Dependencia.
La publicación y entrada en vigor de esta Ley en el año 2006, así como de toda la normativa de inferior rango a su amparo que se ha ido aprobando con posterioridad, supuso un gran avance en nuestro país para las personas que se encuentran en una situación de dependencia por una u otra razón.
Los objetivos fundamentales de las prestaciones que contempla la Ley de Dependencia son, por un lado, facilitar una existencia autónoma en el medio habitual, el mayor tiempo posible y asegurar un trato digno a las personas en situación de dependencia en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social, facilitando la incorporación activa en la vida de la comunidad.
La prestación de un servicio de ayuda a domicilio tiene como punto de partida una valoración de la situación de dependencia, que constituye la primera fase del proceso. Una vez realizada la valoración, se diseña una propuesta de intervención que se ajuste a las necesidades de la persona usuaria. Mientras se aplica la intervención, se recaba información de seguimiento que permita reformular o rediseñar la intervención de modo constante.
Por consiguiente, la planificación de un servicio de ayuda a domicilio no puede decirse que sea lo mismo que diseñar un proyecto de intervención social, si bien, comparte ciertas similitudes, por el carácter circular del proceso y la propia metodología de trabajo.
La planificación de un servicio de ayuda a domicilio requiere conocer qué se puede esperar de dicho servicio, o en otras palabras, qué situaciones o necesidades está previsto que atienda. A definirlo nos vamos a dedicar a continuación.
Finalidades del servicio de ayuda a domicilio
De forma general, podemos afirmar que un servicio de ayuda a domicilio actúa de forma preventiva, formativa, rehabilitadora y de atención a las personas y unidades de convivencia que cuentan con dificultades para permanecer de forma autónoma en su medio habitual.
Asimismo, debemos conocer el «catálogo» de actuaciones posible según la normativa. Es el siguiente:
Actuaciones de carácter doméstico: Dirigidas fundamentalmente al cuidado del domicilio y sus enseres como apoyo a la autonomía personal y de la unidad de convivencia.
Incluye las siguientes actuaciones, entre otras:
a) Relacionadas con la alimentación |
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b) Relacionados con el vestido |
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c) Relacionadas con el mantenimiento de la vivienda |
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Tabla 1.- Actuaciones de carácter doméstico.
Actuaciones de carácter personal: actividades y tareas que fundamentalmente recaen sobre las personas usuarias dirigidas a promover y mantener su autonomía personal, a fomentar hábitos adecuados de conducta y a adquirir habilidades básicas, tanto para el desenvolvimiento personal como de la unidad de convivencia, en el domicilio y en su relación con la comunidad.
a) Relacionadas con la higiene personal |
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b) Relacionadas con la alimentación |
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c) Relacionadas con la movilidad |
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d) Relacionadas con cuidados especiales |
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De ayuda en la vida familiar y social |
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Tabla 2.- Actuaciones de carácter doméstico.
Teniendo esto presente, podemos realizar la planificación de un Servicio de Ayuda a Domicilio atendiendo a lo que exponemos a continuación.
La planificación de un Servicio de Ayuda a Domicilio
De forma general, la propuesta que ofrecemos para realizar una planificación de un Servicio de Ayuda a Domicilio contempla los siguientes elementos:
1) Contextualización/Fundamentación/Caracterización del caso dado:
Partiremos de la situación de dependencia de una persona usuaria (o unidad de convivencia) que sea susceptible de ser atendida por un Servicio de Ayuda a Domicilio, ya sea un caso real o ficticio, en el caso de que estemos tratando de dar respuesta a un caso práctico (en un examen, prueba, etc.).
Este primer bloque puede comenzar realizando una Fundamentación del caso en la que se identifiquen y caractericen las generalidades de la situación del usuario destacando conceptos y perspectivas teóricas imprescindibles, aludiendo a la normativa relacionada, determinando diversas hipótesis de trabajo y, finalmente, justificando la pertinencia de esta actuación profesional en la familia de Servicios Socioculturales y a la Comunidad.
A continuación, resumiremos de forma ordenada la información disponible de la persona/s usuaria/s que deberá referirse necesariamente a:
- Datos de la persona usuaria: además de los datos personales, nivel de instrucción (estudios, nivel de lectoescritura, manejo de las TIC), situación social (red de apoyo social-familiar; esto es muy importante para la determinación de las actuaciones que se realizará posteriormente), características de la unidad de convivencia, situación económica y características de la vivienda.
- Estado general de la persona usuaria: grado de dependencia, patologías y pautas farmacológicas, cuidados de salud necesarios, capacidad funcional (motora, cognitiva, sensorial y comunicativa), grado de autonomía en las actividades de la vida diaria, actividades de ocio, aficiones, rutinas, hábitos, participación social, etc.
2) Objetivos:
Sin perder de vista el objetivo general y los objetivos específicos que persigue todo Servicio de Ayuda a Domicilio, habrá que concretar cuáles son los objetivos que se pretende alcanzar en la situación del usuario/a o unidad de convivencia de que se trate. Deberemos tener en cuenta que:
- Sean concretos y claros.
- Sean alcanzables y realistas.
- Sean medibles.
- Centren el resultado en la persona destinataria del Servicio, no en el profesional que ejecuta el mismo.
3) Actuaciones y estrategias:
Se trata del apartado central y de mayor envergadura de la respuesta técnica que estamos diseñando. En función de la situación descrita en el apartado primero, habrán de determinarse:
- Principios metodológicos (las características del SAD que se recogen en la normativa pueden servir de inspiración).
- Actividades a realizar en el domicilio, de entre el catálogo de las posibles, indicando:
- la duración (intensidad del servicio),
- la periodicidad y
- el reparto de las mismas entre los diversos elementos humanos presentes (auxiliar de ayuda domicilio, familiares y apoyo social, si existe).
Conviene distinguir, como mínimo, entre actividades a realizar:
- a diario,
- semanalmente y
- mensualmente.
- Se debe hacer mención y ejemplificar también los documentos de apoyo en esta planificación temporal (hojas de registro, fichas de seguimiento, etc.) ya que forman parte de la estrategia de trabajo.
- Utilización de productos de apoyo, si procede, o de otros recursos disponibles y que sean compatibles con el SAD (por ejemplo, Teleasistencia).
4) Seguimiento:
Además de diseñar la intervención en sí misma, es necesario planificar un mecanismo de seguimiento, valoración o evaluación de dicha intervención, con el objeto de comprobar la consecución de los objetivos planteados y de introducir ajustes o cambios si se revelan necesarios.
A este respecto habría que considerar:
- Referencias temporales: cuándo se va a evaluar. Habría que incluir una evaluación inicial, periódica y final, en el plazo que se haya estipulado en el enunciado o en los objetivos planteados y que lleve al rediseño de la intervención, si se observa necesario.
- Criterios y/o indicadores a considerar en cada una de esas fases. Habría que tener en cuenta que debe valorarse tanto la satisfacción del usuario y la consecución de los objetivos, como el trabajo profesional realizado y la calidad de la intervención planificada.
- Medios de recogida de información o instrumentos.
- Distribución y reparto de las tareas vinculadas a la evaluación.
5) Aspectos finales:
Para finalizar, puede plantearse un bloque de cierre que recoja:
- Conclusiones o síntesis de la respuesta técnica.
- Bibliografía
- Referencias normativas.
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